“Pegar a los adultos se considera una agresión.
Pegar a los animales se considera una crueldad.
Pegar a un niño es “por su bien”
(Consejo de Europa)
Si hay una frase que me pone los pelos de punta cada vez que la escucho, y más si procede de alguna madre o padre, o lo que es peor, de algún educador, es la de “dar un cachete a tiempo”. ¿Es qué hay un tiempo adecuado para dar un cachete? ¿Y para recibirlo? ¿Cómo se sabe cuando llega el tiempo exacto? ¿Es arbitrario? ¿Sigue algún patrón?
Una de las ideas que aparecen al abordar el tema del castigo y que con más fuerza apoya la idea de que “dar un cachete a tiempo es educar” es la creencia “falsa” de que la juventud de hoy en día es la peor de todas, carentes de valores y sin objetivos de vida. ¿Le suena la frase “en mis tiempo estos no pasaba” o la de “a mí también me pegaron y no me ha pasado nada”? Frases pronunciadas por los y las que defienden aún hoy en día que si no se aplica el castigo como antaño no podrá corregirse los senderos erróneos por los que camina la juventud de hoy.
Pues bien, permítame decirle que la creencia de que “la juventud de hoy en día es la peor de todas” es una creencia presente. Con ello lo que quiero decir, y a menos que se produzca una cambio de visión al respecto, es que en todas las épocas se va a considerar la juventud que la conforma como la peor de todas.
Como ejemplo de ello me gustaría que leyeras las siguientes tres frases:
- “Esta juventud está malograda hasta el fondo del corazón. Los jóvenes son malhechores y ociosos. Ellos jamás serán como la juventud de antes. La juventud de hoy no será capaz de mantener nuestra cultura”.
- “Nuestro mundo llegó a su punto crítico. Los hijos ya no escuchan a sus padres. El fin del mundo no puede estar muy lejos”.
- “Ya no tengo ninguna esperanza en el futuro de nuestro país si la juventud de hoy toma mañana el poder, porque esa juventud es insoportable, desenfrenada, simplemente horrible”.
Por extraño que parezca estas frases no se dijeron recientemente, ni siquiera hace 10 años o 20 años. Es más, ni siquiera se pronunciaron en nuestra época, en nuestro siglo.
La primera frase se encontró escrita en un vaso de arcilla descubierto en las ruinas de Babilonia (actual Bagdad) y con más de 4.000 años de existencia, la segunda fue pronunciada por un sacerdote en el año 2.000 A .C. mientras que el autor de tercera fue Hesíodo en el año 720 A.C. ¿Sorprendida? ¿Sorprendido?
Como ya he mencionado anteriormente, la idea de que la juventud actual es la peor de todas es una constante, un continuo presente. Por lo tanto, justificar el uso del castigo para erradicar la juventud de hoy en día es una excusa sin fundamento, es una excusa vacía.
No pretendo juzgar la manera de educar de nadie, pues parto de la premisa de que los padres siempre actuáis de la mejor manera que creéis para el bienestar del niño. Simplemente pretendo aportar una objetividad de las consecuencias negativas que trae consigo el castigo y tal vez consiga que alguno de vosotros o de vosotras se plante eliminarlo para siempre de sus estrategias educativas.
¿QUÉ ES EL CASTIGO?
¿Es el azote o cachete un castigo físico? ¿Y si se da más suave? ¿Y si solo se le golpea en las manos?
Según el Comité de los Derechos del Niño (CDN), el órgano supervisión de la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño, define el castigo físico como:
“Todo castigo en el que se utilice la fuerza física y que tenga por objeto causar cierto grado de dolor o malestar, aunque sea leve. En la mayoría de los casos se trata de pegar a los niños (“manotazos”, “bofetadas”, “palizas”), con la mano o con algún objeto ‑azote, vara, cinturón, zapato, cuchara de madera, etc. Pero también puede consistir en, por ejemplo, dar puntapiés, zarandear o empujar a los niños, arañarlos, pellizcarlos, morderlos, tirarles del pelo o de las orejas, obligarlos a ponerse en posturas incómodas, producirles quemaduras, obligarlos a ingerir alimentos hirviendo u otros productos (por ejemplo, lavarles la boca con jabón u obligarlos a tragar alimentos picantes). El Comité opina que el castigo corporal es siempre degradante. Además hay otras formas de castigo que no son físicas, pero que son igualmente crueles y degradantes, y por lo tanto incompatibles con la Convención. Entre éstas se cuentan, por ejemplo, los castigos en que se menosprecia, se humilla, se denigra, se convierte en chivo expiatorio, se amenaza, se asusta o se ridiculiza al niño.
¿Pero sólo el daño físico puede considerarse castigo? No, rotundamente no. Cómo bien se refleja en la definición “…hay otras formas de castigo que no son físicas, pero que son igualmente crueles y degradantes, y por lo tanto incompatibles con la Convención”.
Entre este tipo de castigo no físico se encontraría comportamientos como insultar a los niños (“Que tonto eres”), ridiculizarlos (“Un entrenador se ríe de la mala puntería de un alumno suyo delante de todos su compañeros”) o amenazarlos (“Como no te comas la sopa te vas a ir al cuarto de la ratas”).
Hay que señalar que si bien es cierto que el empleo por parte de los padres del castigo físico cada vez es menor (y ya era hora), hay otro tipo de castigo que está aumentando, y ese es precisamente el abuso psicológico o de poder. Estos castigos emocionales, mucho más sutiles pueden llegar a ser mucho más dañinos que un cachete. Reemplazar un tipo de castigo por otro no es el objetivo de educar, se trata de conseguir una educación sin violencia: ni física, ni psicológica, ni verbal.
Respecto a los castigos no físicos, resaltar que desde el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) se señala que las conductas más frecuentes de maltrato psicológico en la infancia son, entre otras, los insultos, las amenazas, los gritos, atemorizar o dejar que se hagan daño para ver la consecuencia de sus actos.
LAS CONSECUENCIAS DEL CASTIGO FÍSICO AFECTAN NO SOLO AL NIÑO, SINO TAMBIÉN A LOS PADRES Y A LA SOCIEDAD
Indudablemente las secuelas del castigo son mayores en los niños al dejarles una cicatriz emocional de por vida, sin embargo, los padres y la sociedad también sufren sus consecuencias.
Antes de ver cómo el castigo físico afecta a los niños, vamos a ver de qué modo repercute en los padres y en la sociedad.
¿Cómo afecta el empleo del castigo físico a los padres?
- Les produce ansiedad y culpa.
- La violencia provocas un efecto llamada a la violencia. Los padres y las madres que emplean el castigo físico tienen una mayor probabilidad de mostrar comportamientos violentos en el futuro, entre ellos o en otros contextos.
- Impide la comunicación con los hijos deteriorando las relaciones familiares.
¿Cuáles son los efectos negativos del castigo físico sobre la sociedad?
- El castigo físico aumenta y legitima ante las nuevas generaciones el uso de la violencia en la sociedad.
- Un niño castigado puede ser un adulto maltratador o con alteraciones psicológicas que puede poner en peligro a los otros miembros de la sociedad.
- Fomenta modelos familiares quebrados, sin comunicación entre sus miembros a la vez que se dividen en “agresores” vs. “agredidos”, y por otro, en miembros no integrados en la sociedad estando en conflicto con la igualdad que defiende la democracia.
- Dificulta la protección de la niñez al quedar la sociedad deslegitimizada ante los niños como un ámbito protector.
¿Cómo afecta el castigo físico a los niños?
Innumerables son las repercusiones negativas que el empleo del castigo físico tiene sobre los menores. Por ello a continuación mencionaré las que tienen una repercusiones más graves en el desarrollo socioemocional del niño.
- Desarrollo cerebral deficiente. Mayor muerte neuronal por exceso de estrés.
- Baja autoestima. Genera un sentimiento de poca valía y promueve expectativas negativas respecto a sí mismo.
- Depresión y trastornos adaptativos.
- Les enseña a ser víctimas. Se hacen más proclives en convertirse repetidamente en víctimas.
- Mayor probabilidad de hiperactividad.
- Ansiedad, estrés.
- Interfiere en su proceso de aprendizaje y en el desarrollo de su inteligencia, sus sentidos y su emotividad.
- Les hace sentir soledad, tristeza y abandono.
- Incorporan a su forma de pensar una visión negativa de las demás personas y de la sociedad como un lugar amenazante. ¿Cómo van a percibir el mundo como un lugar seguro si las personas encargadas de protegerles les hieren?
- Engendra más violencia. Enseña que la violencia es un modo adecuado para resolver los problemas.
- Dificultades de integración social.
¿EL CATIGO FÍSICO ES ILEGAL? SÍ!!!
Tras haber comentado las consecuencias negativas que trae consigo el castigo físico, ¿creéis que es ilegal el castigo? ¿Está permitido en las escuelas? ¿Y en el ámbito doméstico?
A pesar de que en España el castigo físico en las escuelas es ilegal desde 1985, en el ámbito doméstico ha habido más tolerancia hasta el 2007. En ese año una enmienda al artículo 154 del Código Penal prohíbe total y taxativamente cualquier forma de castigo físico cuando dice que “la patria potestad se ejercerá siempre en beneficio de los hijos, de acuerdo con su personalidad y con respeto a s integridad física y psicológica”. Es decir, que nadie puede atentar contra su integridad física o psicológica.
Y aunque es ilegal, según estudios del 2010 el 36 % de los padres dice utilizar el castigo físico con sus hijos. Es decir, aún hoy en día se producen situaciones en las que un niño por tardar más de la cuenta en vestirse recibe por parte de su padre con el fin de “educarle” un cachete cometiendo una ilegalidad. ¿Qué conducta es peor, la del padre o la del niño?
UNA NUEVA POSTURA ES POSIBLE: EDUCAR SIN VIOLENCIA
Después de haber mencionado algunas de los efectos negativos que tiene el empleo del castigo ya no solo en los niños, sino también en cómo les afecta a los padres así cómo las repercusiones que tiene sobre la sociedad, siendo además ilegal su aplicación, deseo haber conseguido una reflexión profunda acerca del castigo y haber empezado a que consideréis otras alternativas para educar, corregir o establecer disciplina sin necesidad de recurrir al castigo físico o psicológico.
Simplemente pretendo ofrecer una alternativa al castigo, al transmitir que se puede llegar a educar de manera competente consiguiendo enseñar lo mismo pero sin castigar.
TOLERANCIA CERO A LA VIOLENCIA CONTRA LOS NIÑOS
Así mismo os animo a no hacer oídos necios ante frases tipo “es para evitarles males mayores”, “a mí también me duele hacerlo” o “es por el bien del niño”.
El asunto de tolerar la violencia contra los niños no repercute solo a los padres sino también al resto de adultos, seamos padres o no.
Todos nosotros hemos sido testigo de ver alguna madre o a algún padre por la calle, en un restaurante o en el supermercado pegándole un cachete a su hijo o insultándole. ¿Cómo habéis actuado? ¿Habéis intervenido o habéis pasado de largo? Más bien habéis pasado de largo, ¿no? Muy raro es que os que os hubierais entrometido en la discusión para defender al niño. Pero, ¿y si el agresión la hubiera sufrido un perro a manos de su dueño? ¿Habría sido más probable que le dijerais algo al dueño del animal?
Sin darnos cuenta somos tolerantes con la violencia hacia los niños casi a diario. Por ello debe de ser un deber de todos que cuando veamos una de las situaciones anteriormente mencionadas, llamemos la atención sobre el hecho. Algo falla en una sociedad en que sale en defensa del maltrato animal (que sí debe de hacerlo) y no en defensa de los niños, del ser humano. Es necesario seguir fomentando el cambio de actitud en nuestra sociedad respecto al castigo físico.
STOP A LOS CACHETES, STOP A LAS AMENAZAS, STOP A LOS INSULTOS, NO AL CASTIGO DE CUALQUIER TIPO!