Siempre hemos conocido la relación entre la salud y la práctica del deporte. Por pura observación, también hemos sabido que las personas que llevan una vida sedentaria se encuentran peor físicamente. Una persona que tiende a pasar demasiadas horas frente a un ordenador, o viendo la tele, o jugando a un videojuego, nunca estará tan en forma como quien dedica algún tiempo al ejercicio físico. Más allá de lo que todos sabemos, hay miles y miles de estudios que corroboran esa certeza con datos y estadísticas.
Pero hacen falta todavía muchos estudios que tengan como meta demostrar el famoso lema de la Grecia clásica: ‘Mens sana in corpore sano”.Uno de los últimos es el que han publicado de las profesoras Mega Teychenne, Sarah A.Costigan y Kate Parker Decidieron hacer el trabajo al comprobar que los casos de ansiedad aumentaban mientras los hábitos sedentarios también crecían. Simplemente, pensaron que podrían demostrar su teoría de que una y otra cosa tenían relación. Es decir, que el aumento de casos de ansiedad tiene una relación directa con la vida sedentaria, que en los últimos años creció mucho, principalmente a causa del cambio de hábitos provocado por las nuevas tecnologías.
Las profesoras encontraron lo que suponían: que los casos de ansiedad aumentan precisamente entre las personas que se han adaptado a los nuevos hábitos sedentarios frente a los que practican alguna actividad física. Comprobaron también que, a mayor tiempo dedicado a la televisión, la consola o el ordenador, mayor era el riesgo de sufrir ansiedad. Hasta ahí, los resultados no fueron inesperados.
Pero el estudio también encontró un dato inesperado que sorprendió negativamente a las autoras. Aunque el trabajo solamente tenía como meta probar la correlación entre ansiedad y vida sedentaria, mientras lo hacían comprobaron que los nuevos hábitos también apuntan a un alarmante aumento de los casos de depresión.
Y hay otro dato más, tampoco esperado por las profesoras e igualmente preocupante: todos los datos parecen indicar que el nuevo sedentarismo no solamente afecta a la forma física, a la ansiedad o a la depresión, sino que viene acompañado de aislamiento social y pérdida de la capacidad de comunicación. Para acabar con las malas noticias, es importante añadir que todos estos efectos negativos se dan más entre la gente más joven, que es la que más tiempo dedica a estas actividades.
Este cambio de hábitos se da cada día en mayor número de gente. El problema es que en apenas unos años, y sobre todo en la última década, jóvenes y niños se apuntan en masa a un uso irracional de las nuevas tecnologías. Es necesario que las usen de manera constructiva y equilibrada, tan necesario como que recuperen costumbres tan sanas como pasear, practicar algún tipo de deporte o simplemente salir a jugar con amigos y compañeros.
También es importante avanzar en este tipo de estudios, todavía muy escasos hoy, para conocer el verdadero alcance del daño que el abuso del nuevo sedentarismo está ocasionando. De momento, tenemos motivos para preocuparnos y ponernos a trabajar para revertir estas tendencias.