¿Cuándo fue la última vez que sufriste por algo? ¿Conoces a alguien que jamás lo haya pasado mal? Lo cierto es que nadie sale de esta vida ileso. Absolutamente todos nos enfrentamos a situaciones complicadas como la pérdida de algún ser querido, algún obstáculo como pudiera ser un accidente o alguna desgracia como sufrir de pronto una enfermedad. Ahora bien, no todos respondemos ante estas posibles circunstancias de la misma manera.
A la vez que hay quienes actúan ante ellas mostrando cierta debilidad, esto es, estresándose, deprimiéndose o simplemente cerrándose en su mundo, existe también otro grupo de individuos que responde ante los traumas como si de un desafío se tratara. Son personas que tienes fortaleza mental ante el trauma.
Eso es justamente lo que el doctor Martin Seligman, presidente de la Asociación Americana de Psicología y padre de la psicología positiva, comenta acerca de los valores o casos atípicos, es decir, aquel conjunto de individuos que, lejos de mostrar debilidad, lo que hacen más bien es enfrentarse a los traumas, tragedias y dificultades con cierto optimismo.
Lo que Seligman indica no es que estos casos poco frecuentes salgan airosos ante cualquier circunstancia, ni siquiera indemnes; lo que nos transmite es que, aún pasando por los mismos traumas que cualquier otra persona con mentalidad más débil, estos luchan por superarse, por recuperarse.
De hecho, muchos de estos valores atípicos aseguran todavía tener recuerdos de un pasado traumático y en ciertas ocasiones se sienten vulnerables, incluso años después del trauma. Y aún con ello siguen adelante, sintiéndose incluso más fuertes mentalmente.
Pensemos por ejemplo ahora en dos personas que se encuentran de pronto con una misma enfermedad crónica. De seguro, esto supondrá un trauma para ambas; ahora bien, es probable que ambas no respondan de la misma manera ante esa misma circunstancia. Así, mientras una débil mentalmente se mostrará decaída, desganada y pesimista, habrá otra que, a pesar de la gravedad del asunto, buscará la manera de sentirse mejor consigo mismo, se mostrará más fuerte y tratará de superar tal adversidad.
Todo esto viene a decirnos que prácticamente todos nosotros vamos a pasar malos tragos a lo largo de nuestra vida, unos de jóvenes, otros con algo más de edad, pero todos sufrimos siempre alguna pérdida o pasamos por momentos dolorosos. Lo que Seligman propone en este caso no es tanto separar a los mentalmente fuertes de los que no lo son tanto, sino que más bien lo que advierte que deberíamos hacer es tomar esos casos atípicos de fortaleza mental ante traumas y aprender de ellos.
¿Y qué mejor manera de superar un obstáculo
que enfrentándose a él con optimismo?