La ira es una emoción que forma parte del ser humano. De hecho, es la forma de respuesta natural y adaptativa ante una sensación de amenaza, lo que significa que desencadena nuestra respuesta de lucha. La mente grita ¡Cuidado!, ¡Alerta!, ¡Hay que hacer algo!, se eleva la presión sanguínea y el cuerpo tiene una reacción.
Aunque lo cierto es que la ira, como cualquier conducta,
es el resultado de la compleja interacción de factores
biológicos, psicológicos y sociales.
La ira no es un problema con una sola causa,
sino más bien un proceso, normalmente un proceso complejo de interacción social con varias posibles causas o explicaciones.
Hasta cierto punto la ira es necesaria y cuando sabes qué hacer con ella, es porque se ha cultivado la autoconciencia,
la comunicación abierta y la capacidad de calmarse a sí mismo.
Cuando eres consciente de tus pensamientos, sabes gestionar tus emociones, estas abierto a otras perspectivas y formas
de resolver los problemas, mantienes la ira bajo control
y promueves la relación con el entorno y con tus seres queridos desde la calma y la serenidad.
¿Pero qué ocurre cuando tu ira está fuera de control?
La vida diaria, nos brinda infinidad de situaciones donde poder expresar la ira.
¿Te has planteado cómo reaccionas?
¿Recuerdas la última vez que expresaste la ira?
¿Cuántas veces te has visto inmerso en discusion es en donde te has arrepentido de hacer o decir algo que más tarde lamentas profundamente?
¿Cómo reaccionas ante situaciones que no encajan en lo que quieres?
¿Cuál es tu actitud cuando tu hijo o hija no quiere ir a la cama porque prefiere seguir jugando?
¿Qué sueles hacer cuando un conductor te corta el paso con su coche?
¿Qué te ocurre cuando un amigo te hace esperar 30 minutos?
Cuando tu ira está fuera de control,
tu mismo/a estás a merced de ella.
¿Sabes que las mayores explosiones de ira se tienen con personas que son importantes para nosotros: tu pareja, tus hijos o hijas, tus padres? ¿Has pensado qué opinan o cómo se sienten las personas ante tu mal carácter?
Las relaciones con los demás estarán condicionadas por el miedo, tus arrebatos y agresiones.
La ira sin control se debe a una fuerte inestabilidad emocional
¿Cuándo el no saber controlar la ira se convierte en un problema?
La ira se convierte en un problema cuando empieza a hacer estragos en tu entorno, cuando comienzas a preocuparte por tus reacciones y a ser consciente que las personas más significativas para ti lo pasan mal.
Aquí tienes algunas consideraciones para que comiences a tomar consciencia del impacto que ocasiona tu ira o rabia:
Se expresa de forma que daña a los demás o a la propia persona. Por ejemplo: agresión verbal, física o bien provoca abuso psicológico.
Ocurre con frecuencia, incluso llevas años así.
Cada episodio te dura tiempo. De hecho, sueles pensar la ofensa que ha provocado la ira.
No resulta proporcional a las circunstancias que la desencadena o te percibes fuera de control como si no pudieras parar.
Ocurre en momentos muy poco adecuados.
Llevas a las personas cercanas y queridas a sentirse mal, sientes que se alejan de ti.
Te sientes preocupado/a, culpable, avergonzado y con remordimientos…
Si te sientes identificado/a es hora de controlar la ira y
tomar acción en convertirte en la persona tranquila y calmada que deseas.
Ser conscientse de que las reacciones de ira son un problema en tu vida
y te quieres convertirte en esa persona que puede hacer frente a las dificultades
controlando sus reacciones es todo un acto de valentía.
Te ayudamos a conseguirlo.
La ira ocasiona situaciones violentas, de malestar, incomodidad y distanciamiento.
Es el resultado de nuestra peor versión.
Testimonios
¿Qué causa la ira?
Son varias las causas, tanto internas como externas, que producen la ira.
Aquí tienes algunos de los factores que propician el origen de la ira desde una perspectiva psicológica.
La ira como respuesta
a la frustración
Puede surgir como respuesta a la frustración o la incapacidad de poder alcanzar un objetivo o algo deseado. Durante mucho tiempo se ha pensado que a la frustración le sigue la agresión. Aunque no todo el mundo reacciona de forma igual. Los factores biológicos y educacionales marcan la diferencia.
Factores genéticos en la ira
Tiene un componente genético dado que forma parte de la primitiva respuesta de lucha-huida, de tipo fisiológico y de indudable valor adaptativo.
Ambiente y Educación
Crecer en un entorno en donde las pautas de educación son poco adecuadas, así como el no haber aprendido un modo de comunicación sana y asertiva. Criarse en un entorno violento, autoritario y rígido propicia modelos basados en explosiones de ira.
La ira como reacción a
la autoestima amenazada
La ira es el guardián de la autoestima y cualquier posible amenaza es la primera causa de ira. Una persona con baja autoestima, al encontrarse más insegura, hace que cualquier posible crítica se pueda sentir rechazada y reaccionar con ira.
Temperamento y personalidad
El temperamento hace referencia a la capacidad de reactividad (el grado de activación y excitabilidad) y autorregulación emocional y motora.
Aquellas personas con temperamento colérico son más propensas a manifestar enfados, irritabilidad e ira.
Las personas propensas a la ira tienden a ser demandantes y exigentes, soportan mal las frustraciones, manifiestan un exagerado aprecio por la justicia y por que las cosas se realicen de una determinada manera.
Las heridas y cicatrices
del pasado
Experiencias traumáticas, haber sido abandonado, víctima de abuso o tratado con negligencia por los padres, sentir que ha sido traicionado en una relación.
La expresión de ira en muchos casos se trata de experiencias del pasado no resueltas, de heridas profundas no curadas de forma natural.
El consumo de alcohol, cocaína, cafeína y nicotina
La dependencia de la cocaína está asociada a una defec-tuosa regulación de la ira que se puede relacionar con la debilitación del papel inhibidor de la corteza cerebral frontal.
Para controlar la ira es necesario ser consciente del impacto que ocasiona,
Ser conscientse de que las reacciones de ira son un problema en tu vida
y te quieres convertirte en esa persona que puede hacer frente a las dificultades
controlando sus reacciones es todo un acto de valentía.
Te ayudamos a conseguirlo.
Soy Paula, tu psicóloga,
quiero ayudarte
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y me pondré en contacto contigo lo antes posible: