Hoy les traigo un experimento muy interesante que encontré por casualidad. Son generalmente conocidos los beneficios del “efecto placebo”, que lleva a muchos pacientes a curar determinadas dolencias tras consumir un fármaco inocuo creyendo que es real. Eso no es más que una demostración del poder de la mente, capaz de engañar al cuerpo hasta el punto de sanarlo. Hasta hace algunos años las investigaciones sobre el efecto placebo se habían centrado en los campos de la farmacopea y la medicina. No obstante, últimamente se llevan a cabo experimentos sobre sus aplicaciones en otros ámbitos.
Una publicación especializada, la ‘Revista de Psicología Experimental: Aprendizaje, Memoria y Cognición’ (en su traducción del inglés), acaba de publicar un artículo de los psicólogos C. Draganich y K. Erdal en el que exponen los resultados de un experimento sobre la calidad del sueño realizado entre 164 personas.
Resumiéndolo en la medida de lo posible, el experimento se realizó de la siguiente manera: a las 164 personas se les realizó un estudio mientras dormían. Previamente se les informó de que la calidad del sueño dependía de la llamada fase REM. Se les dijo que una óptima calidad de sueño se obtiene cuando al menos la fase REM ocupa al menos el 20% del tiempo que una persona pasa durmiendo.
Al día siguiente, las 164 personas objeto de la investigación fueron divididas a su vez en dos grupos de 82 personas cada uno, elegidas al azar entre las 164. Pues bien, al primer grupo se le dijo que no habían alcanzado el 20% de fase REM, mientras al segundo grupo se les dijo que habían superado holgadamente ese 20%. Tanto los resultados de un grupo como los del otro eran falsos.
Tras recibir los falsos resultados, las 164 personas fueron sometidas a diversos test de atención y memoria. Pues bien, el resultado concluye que aquellas personas que habían recibido el “informe placebo” obtuvieron resultados mucho más altos que los que habían recibido un informe negativo, a pesar de que ninguno de ambos informes guardaba relación con la calidad de sueño que habían tenido realmente. Por otra parte, la percepción que los miembros de uno y otro grupo tenían sobre cómo habían dormido la noche anterior también estuvo condicionada por los informes falsos: aquellos a los que se les había dicho que habían superado el 20% de fase REM manifestaban haber dormido bien, mientras que los que creían no haberlo alcanzado creían haber dormido peor.
Una prueba más de cómo nuestro cerebro es capaz de dominar nuestro cuerpo, un terreno en el que los psicólogos tenemos mucho que decir.