“Así pues, la mente no mira ni delante ni detrás. Solo el presente es nuestra felicidad.”
Goethe
La meditación es algo más que sentarse y cerrar los ojos. Eso, no es más que el comienzo para que de esta manera empecemos a aprender a observar. Al principio puede resultar algo extraño, es necesario permanecer inmóvil y en silencio el tiempo suficiente para que la calma se apodere de ti, y lo suficiente para comenzar a ver con un poco de claridad. Se trata de dejarse llevar desde el interior.
A través de la meditación conseguimos aumentar la presencia en el instante, ser conscientes de esos detalles que damos por sentados. Nos daremos cuenta de que respiramos, de que tenemos sensaciones corporales, que en nuestro entorno hay sonidos…A través de la meditación entramos en contacto con la experiencia, siempre en movimiento para observar la naturaleza de nuestra relación con ese instante presente. Se trata de crear ese espacio, ese instante para “verse actuar”.
La meditación tiene grandes beneficios para el organismo, reduce el estrés, fomenta la calma, disminuye los dolores relacionados con el dolor de cabeza, úlceras, problemas musculares, aumenta la producción de serotonina y mejora el sistema inmunológico.
Hoy te traigo unas pequeñas estrategias para practicar la meditación.
1.- Camina meditando
Habitualmente caminamos al menos 15 minutos al día bien para llegar hasta la guagua o autobús, el trabajo, a recoger los niños. Es una buena oportunidad para concentrarse en la respiración, así como en la sensación de los pies tocando la acera o la tierra es técnica muy sencilla y eficaz de meditación. Tratar de evitar las distracciones a nuestro alrededor y concentrarnos en el propio paseo nos relajará y nos ayudará a llegar a nuestro destino con la mente más abierta y despejada.
2.- Disfruta de la comida
Es frecuente convertir la hora de la comida en un trámite necesario para sobrevivir, simplemente porque es necesario alimentarse. Concentrarse en lo que se come, en saborearlo, en el propio hecho de masticar nos permite vivir un momento, por corto que sea, de “meditación exprés”.
3-Haz una pausa
Siempre tenemos cinco minutos disponibles en medio del trabajo o de la vida diaria para disfrutarlos, estemos donde estemos. Dejar por un momento una tarea tediosa y concentrarnos en nosotros mismos es una manera de relajación muy eficiente. Si hacemos la prueba comprobaremos que al retomar nuestra actividad nos sentimos un poco mejor.
4-Escucha los sonidos
Concéntrate por unos minutos en los sonidos a tu alrededor. Trata de identificarlos uno a uno, estés en el campo o en la ciudad. Lo mismo puedes hacer con la música. Procura no centrarte en la melodía o en la letra, sino en los propios sonidos, en cada instrumento.
5-Concéntrate en las actividades cotidianas
Es algo parecido a la que proponemos en el punto 2, referido a la comida. Actividades rutinarias que realizamos de forma mecánica, como peinarnos o cepillarnos los dientes, mientras pensamos en otra cosa, son ideales para vivir unos instantes de relajación. Se trata de sentir el tacto del cepillo en nuestra boca o del peine en nuestra cabeza y hacerlo conscientemente, sin pensar en ninguna otra cosa.
6-Respira un minuto
Concentrarse en la respiración en una de las técnicas de meditación más antiguas y más simples. Solamente hay que pensar en cómo respiramos, en inhalar y expirar el aire de una manera consciente. La respiración nos ayuda a amarrarnos al instante presente. Podemos hacerlo tantas veces y durante tanto tiempo como queramos. A fin de cuentas, respiramos cada poco segundo. Simplemente se trata de centrarnos en ello alguna vez.
7-Enciende una vela
De todas las técnicas que proponemos hoy, ésta es la única que requiere un mínimo de preparación. Se trata de encender una vela y concentrarse en la llama, tratando de no pensar en nada más. Es fácil. Todos conocemos el poder magnético del fuego. Todos hemos experimentado la sensación de quedarnos hechizados ante una hoguera, pero con la llama de una vela es suficiente para vivir unos minutos de relax.
8-Disfruta de la naturaleza
Unos minutos en un parque, observando los árboles, los pájaros o los insectos proporcionan un estado de satisfacción y relajación. Si tenemos la oportunidad, no la dejemos pasar. No hace falta hacerlo a diario, pero sí cuando nos coincida o tengamos tiempo.