Pensamos que nada es suficiente para nuestros-as hijos-as, les damos más de lo que necesitan para vivir y crecer, pensamos que es nuestro deber como padres y madres, sobreprotección, cosas y bienes materiales, actividades y eventos, vivimos un momento en que damos demasiado y no es suficiente. Y es que, todo no es suficiente.
Hablo con padres y madres que se sienten mal y culpables por no dar más, les hacen el trabajo pensando que lo que hacemos es por su bien, ya que su obligación como mamá o papá es estar siempre ahí, dándoles todo lo que precisan, y el error esta en darles todo.
Cómo encontrar el equilibrio deseado entre tener y ser, entre dar y acertar, entre enseñar y educar, legar y construir; sustituir sobreprotección por una sana capacidad reflexión sería lo ideal y adecuado.
La cultura nos exige una determinada forma de hacer las cosas, de celebrar de compartir de estar y de ser, y esta forma pasa más por una necesidad social o cultural, entendiendo que nuestra cultura está atravesando males y enfermedades varias, como la de los modelos que proporciona youtube sus “enseñanzas”, la de la sobreinformación donde todo puede decirse, y se dice, sin justificación formal ni fundamento científico, como la del click , donde cualquier cosa está ahí al alcance de cualquiera sin filtros ni control de calidad, en especial de cara a los niños-as que no tienen aún suficientes criterios para decir si, no, basta…
Hemos de enseñar a construir sueños a tener deseos y esforzarse y luchar por lograrlos. Enseñar que no se puede tener todo que es preciso establecer prioridades y estimular la reflexión sobre ellas, la importancia de luchar por lo que se quiere y el valor de conseguirlo pese a las dificultades, el valor de la superación y el esfuerzo. En un camino de crecimiento compartido, sin forzarle a tomar decisiones precipitadas, como rectos acompañantes sin abandonarles porque esto es crear desasosiego e inseguridad nada productivas. Respetando lo que quiere realmente, pero enseñando a discernir sobre si esto nos conviene verdaderamente.
Parece que si no les dotamos de ciertos objetos les hacemos distintos al resto, tecnología de última generación, su ropa de marcas seleccionadas, etc. creemos que no serán tan felices si carecen de estas cosas y lo que olvidamos es enseñarles que la felicidad depende de ellos mismos, no de las cosas que posean, sino de cómo disfrutar con lo que se tiene en cada momento. Cuando se tiene todo no se puede tener conciencia de valorarlo, dado la adquisición es más rápida que el deseo y no digamos que el esfuerzo por ganarlo. El poco control de los adultos a la hora de dar cosas por dar sentido a los esfuerzos por conseguirlas y que ellos-as no pasen por lo que ellos-as pasaron en otras épocas donde todo no era posible genera un problema cuya repercusión no se verá hoy sino al cabo del tiempo.
Se hace preciso retomar la enseñanza de lo preciso, de encontrar la grandeza en lo más sencillo y tomar la vida como viene con respeto y agradecimiento. Desde el descontrol de dar ansiosamente para cubrir carencias no acertamos a enseñar esto que parcialmente podemos haber olvidado. Otro importante pilar es el valor de compartir y no solo competir o superarse uno mismo sin comparaciones, lo que obtiene el deseable resultado de la maduración personal.
Desde este esquema no se vale el “este no es el que yo quería”, “mi amigo tiene el ocho y me has comprado el seis”, “No quiero, déjame en paz”… desde el esquema del respeto, la superación y el compromiso, la sinceridad no está reñida con la consideración y la moderación. El poder personal puede ser un ejercicio poco saludable de ego si no se compone de una estructura de responsabilidad, solidaridad y madurez. Por lo que os recomiendo que no pienses que darles más es hacerles más felices, ni luchar por obtener su oportunidad es un esfuerzo que le puedes ahorrar, transmite la felicidad que se encuentra en las cosas más sencillas, que se puede ser sincero y no faltar a la verdad sin hacer daño, que tropezar y caer es parte del camino, y que lo importante no es tener sino tenernos.
Lidia M. Rodríguez Rodríguez
Psicóloga Infantil y de Adultos en el Gabinete Psicologíco-Psiquiatrico P.Cañeque
Especializada en Violencia de Genero y Abusos Sexuales