La autocrítica destructiva es la forma intransigente, intensa, hostil y continúa con la que usamos los pensamientos más negativos para referirnos a nosotros mismos, generando a su vez emociones negativas y bloqueando nuestro crecimiento personal.
Te suenan pensamientos del tipo…
- Voy a quedar como una idiota.
- Mejor no digas nada.
- Debería haberlo hecho mejor.
- Ni se va a fijar en mí.
- Que inútil soy.
- No puedo hacer nada bien.
- Soy un desastre
Son creencias con las que personas con autocrítica destructiva, tienden a juzgarse de una forma muy severa a sí mismas. Estos pensamientos se centran en sus debilidades, defectos y errores.
Una persona con autocrítica destructiva incluso en sus éxitos siempre tiene algo que decir negativo o les quita importancia, porque siempre encuentra un defecto o un “debería haber hecho esto otro”. Se podría decir que hay una insatisfacción de no llegar a un estándar exigente y perfeccionista
Este tipo de pensamientos no son otra cosa que evaluaciones que hace la persona sobre sí misma. Es una crítica interna, una voz que actúa como un martillo que golpea todo lo que se refiere a la valía personal, porque esa es la esencia de la autocrítica destructiva, golpearse a una misma y hacerse daño.
Es un hábito en la forma de pensar que tiene la tendencia de evaluar a la persona de forma irreal. Adoptando una postura tóxica consigo misma, rígida e intransigente que lo único que consigue es un sufrimiento innecesario. Si no toman consciencia y remedio, las personas que tienen está visión de sí mismas, pueden desarrollar síntomas de ansiedad y depresión.
La otra cara de la moneda: la autocrítica destructiva
Nuestros pensamientos y actos están sujetos a error. No somos perfectos. Es algo que tenemos que aceptar. Por suerte para nosotros, la naturaleza nos dotó de una herramienta que permite que corrijamos esos errores. Es la autocrítica. Las personas que carecen de ella, perseveran en los mismos fallos y permanecen estancados como seres humanos.
El poeta inglés, Alexander Pope, dijo “Errar es de humanos, perdonar es divino, rectificar es de sabios”. La autocrítica es la herramienta que nos permite ser sabios, es decir, rectificar.
Las personas con una autocrítica sana son admiradas y respetadas. Porque utilizan está herramienta mental para mejorar y crecer. Tienen el valor de reconocer sus errores e intentan corregirlos o minimizarlos. Esto les hace mejor personas, más honestas, y están en la vida orientadas en el camino del crecimiento personal. Tienen más probabilidades de gozar de mejor salud mental e incluso física.
Sin embargo, está la otra cara de la moneda, la autocrítica destructiva. Cuando nuestra mente se convierte en nuestro peor enemigo, y nuestros pensamientos sólo proyectan sombras y temores.
Por si hubiera alguna duda, es muy fácil de diferenciar una autocrítica sana de una destructiva. Mientras las personas con una autocrítica destructiva viven inmersas en el sufrimiento de quien mantiene una relación tóxica consigo misma, las personas con una buena autocrítica, mejoran su vida y las de su entorno, crecen como seres humanos y se dirigen a la felicidad. En definitiva, la diferencia entre ellas está en si proyectan luz o sombra en la vida.
Qué consecuencias tiene la autocrítica destructiva
La autocrítica destructiva puede afectar severamente la calidad de la vida de la persona que la padece.
Es un hecho constatado que el exceso de pensamientos negativos y de sentimientos insatisfechos como pueden ser la culpa e inseguridad están relacionados con una peor salud mental y con una mayor predisposición a padecer: la depresión y ansiedad.
Además, si la autocrítica destructiva con pensamientos negativos es frecuente e intensa, la persona se puede ver invadida por grandes dosis de estrés. Esto se debe en gran parte al hecho de que la realidad se altera para crear una experiencia en donde la inseguridad y la sensación de poca valía marcan la conducta.
Todo ello puede llevar a la persona a un deterioro importante en su autoestima. Aquí te dejo una guía para mejorar la autoestima y diferentes ejercicios para comenzar a tener más herramientas de autoconocimiento.
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Orígenes de la autocrítica destructiva
Gilbert (2014) dijo, que para poder comprender la autocrítica de cada individuo, es preciso poder conocer su historia.
Nadie nace con una autocrítica sana, o con una autocrítica destructiva. La autocrítica es algo que se aprende en función de la experiencia vital, de nuestra historia en la vida.
Desde nuestra infancia, padres, hermanos, maestros y amigos nos envían mensajes unas veces más explícitos, otras más velados, sobre cómo nos ven. Esas opiniones se pueden internalizar en nuestro diálogo interno, donde vamos forjando una conversación con nosotros mismos, contribuyendo a una valoración bien sea positiva o negativa sobre nuestra identidad.
En las reprimendas los padres deben tener claro la diferencia entre identidad y conducta. Si una niña se porta mal, habrá que explicarle que es lo que se espera de ella en determinadas situaciones, pero no decirle “eres mala”, puesto que estamos añadiendo a su identidad el concepto “soy mala” y no el de “me he portado mal”. Estamos proporcionando las bases de una autocrítica destructiva.
Por otro lado, la experiencia vital va nutriendo la forma en que nos vemos. En el caso de niños con trauma, tales como abusos sexuales, físicos y emocionales pueden verse afectados con la culpa. El no tener una personalidad completamente formada ni haber aún alcanzado las etapas más desarrolladas del pensamiento adulto, sitúan al menor en una visión egocentrista que le hace verse culpable de lo que suceda en torno a él. Su pensamiento le hace responsable. “Esto ha sucedido porque yo …”
5 Tips para saber cómo superar la autocrítica destructiva
Se pueden llevar a cabo diversas estrategias que nos ayuden a salir del bucle de pensamientos autocríticos destructivos. Lo ideal no es usar una sola, sino un conjunto de ellas.
1.- Presta atención a tus pensamientos
Normalmente no analizamos como es nuestro dialogo interno. De que forma nos hablamos a nosotros mismos. ¿Somos duros o bien comprensivos? ¿Nos sentimos bien con aquello que nos decimos?
Se estima que producimos unos 60.000 pensamientos por día. ¿Se imaginan cómo sería pasar un día con otra persona que nos bombardeara con tal cantidad de ideas? ¿Cómo influiría sobre nosotros?, ¿y cómo influyen nuestros pensamientos sobre nosotros mismos?
Reconoce tus pensamientos y comprende como afectan tu vida. ¡Escúchate!
2.- Toma el control. Sé proactivo
Una vez que reconozcamos nuestros pensamientos, veremos que hay algunos que se repiten una y otra vez. Lejos de ser productivos y solucionar algo lo único que hacen es hacernos sentir mal. Son como esa música que se mete en la cabeza y no conseguimos sacarla.
La solución pasa por tomar el control y ser proactivo. Dejar de ser un sujeto pasivo de tus pensamientos. Distráete con alguna tarea. Haz deporte, llama a los amigos, lee un libro o realiza cualquier hobby que te mantenga ocupado.
3.- Examina las evidencias
Cuando te veas asaltada por pensamientos negativos que ponen en duda tu valía, debes darte la oportunidad de pensar que no tienen porque ser ciertos. Pueden estar equivocados. ¿Por qué le das tanto poder a lo negativo? Busca pruebas de que pueden ser erróneos. Por ejemplo, otras veces has hecho lo mismo y no ha sido un desastre. Recuerda cuando te han dicho “bien hecho” por una tarea igual o parecida. Si sigues en la duda has una lista que enumere todos aquellos motivos por los que puedes ser valorada. Léela todos los días e intenta aumentarla. Mantén el control.
4.- Ten en consideración aquello que es más realista
Ten en cuenta que la mayoría de esos pensamientos negativos no se ajustan a la realidad. Tu mente ha adquirido el hábito de irse hacia un extremo. El del pesimismo. Tampoco se trata de desarrollar un pensamiento falsamente positivo, e igual de irreal. Pon en duda tanto negativismo sobre ti. Cuestiónate algo que hasta ahora no has hecho nunca, pregúntate hasta que punto todas esas creencias son reales. Permítete dudar de ellas y comienza a pensar que hay opciones más positivas. Es el momento ir dando paso a otra forma de pensar e ir introduciendo creencias más realistas.
5.- Pregúntate qué consejos le darías a un amigo. Se compasiva contigo misma
Normalmente, somos más benévolos con los demás que con nosotros mismos. Ponte en el caso de que alguien cercano te expone esos pensamientos negativos sobre sí misma. ¿Cómo lo analizarías y como la ayudarías? Le recordarías, por ejemplo, todo aquello que ha conseguido, las cosas buenas que hace. Tú no le hablarías a otra persona con la misma severidad que lo haces contigo. Eres compasiva con esa otra persona. Traslada esa compasión a ti misma y esa forma de tratar a los demás a ti.
Recuerda que no estás sola.
Si has intentado superar la autocrítica destructiva, y sigues luchando contra ella, recuerda que no estás sola. Quizás necesitas dar un paso más. Además puedes consultar mi guía de autoestima dónde descubrirás qué es la autoestima y cómo puedes trabajarla en ti.
Considera la opción de buscar ayuda profesional. Me he encontrado con personas para las cuales pedir ayuda es un signo de debilidad. Nada más lejos de la realidad. Pedir ayuda representa el valor de aquellos que no saben rendirse y la única expectativa que contemplan es alcanzar el mayor desarrollo personal posible.
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