Ayer mientras hablaba con una amiga sobre la confianza me vino el recuerdo de un texto que leí hace muchos años de José Luis Martín y que quiero compartir con ustedes… El texto dice así:
“Los animales del bosque se dieron cuenta un día de que ninguno de ellos era el animal perfecto: los pájaros volaban muy bien, pero no nadaban ni escarbaban; la liebre era una estupenda corredora, pero no volaba ni sabía nada… Y así todos los demás. ¿No habría manera de establecer una academia para mejorar la raza animal? Dicho y hecho. En la primera clase de carrera, el conejo fue una maravilla y todos le pusieron un sobresaliente; pero en la clase de vuelo subieron al conejo a la rama de un árbol y le dijeron: ¡Vuela conejo!. El animal saltó y se estrelló contra el sueño, con tan mala suerte que se rompió dos patas y fracasó también en el examen de la carrera. El pájaro fue fantástico volando, pero le pidieron que excavara como el topo. Al hacerlo se lastimó las alas y el pico, y en adelante tampoco pudo volar; con lo que ni aprobó la prueba de la excavación ni llegó al aprobado en la de vuelo. Convenzámonos: un pez debe ser pez, un estupendo pez, un magnífico pez pero no puede ser un pájaro. Un hombre inteligente debe sacarle la punta a su inteligencia y no empeñarse en triunfar en deporte, en mecánica y en arte a la vez. Una muchacha fea difícilmente llegará a ser bonita pero puede ser simpática, buena y una mujer maravillosa…porque sólo cuando aprendamos a amar en serio lo que somos, seremos capaces de convertir lo que somos en maravilla.”
Aprendamos a aceptarnos y a perdonarnos. Cuando lo hacemos todo un proceso de cambio se pone en marcha. Sin apenas darnos cuenta, superamos los imposibles, traspasamos nuestros límites.