Cada año nos proponemos nuevos propósitos, nos planteamos nuevos objetivos, pero cuántos de ellos hemos llegado a alcanzar, qué influye, por qué a pesar de querer cambiar no lo logramos… así que, hoy en esta noche cerrada, mi primer propósito este año es hacer un artículo que pueda ayudarte a conseguir tus objetivos, a que tomes consciencia y darte alguna que otra herramienta para saber qué falla, qué podrías hacer o qué te falta…
Una de las razones por las que no se consiguen los objetivos es que la mayor parte de las veces tenemos la costumbre de plantearnos objetivos prácticamente inalcanzables, metas que de alguna forma son imposibles de alcanzar en el tiempo que te lo has planteado. Un ejemplo de ello se tiene cuando queremos bajar de peso…. “si has engordado 10 kilos en seis meses, cómo platearte bajarlos en un mes”, “si estas estudiando unas oposiciones cuyos temas son 145 ¿ no crees que en tres meses tenerlos estudiados es matemáticamente imposible? ”, “si el día tiene 24 horas no esperes que pueda tener 30”, dosifica los tiempos y sé razonables con tus propósitos. Por ello he planteando cuatro pasos para conseguir los objetivos que te propongas:
1.- Replantéate el concepto de felicidad.
La felicidad es un fin que se busca desde tiempos remotos y a la vez es un concepto que pocos podrían definirla de forma unitaria. A pesar de que todos la deseamos y la anhelamos aunque nadie la siente de igual forma. Con esto quiero decir que la felicidad es sentida y percibida de múltiples formas, además no se trata de una situación estática sino más bien es algo dinámico que se va experimentando a lo largo de nuestra vida. Eso sí, siempre nos sabe a poco y siempre queremos más. Esto tiene mucho que ver en cómo valoramos la felicidad.
Los expertos nos señalan que disfrutar de los pequeños placeres es lo que más produce la sensación de satisfacción, nos libera de la tristeza, del aislamiento y nos hace sentir que estamos más felices con nosotros mismos. Caminar por la orilla del mar, contemplar un paisaje, ver la puesta de sol, ayudar a un desconocido, tomar algo de chocolate, leer una novela…en fin, estoy segura que cada uno de nosotros tenemos esa porción de felicidad que nos reservamos para momentos determinados. Es importante detenernos en nuestro día a día y disfrutar de lo que más nos gusta, no sólo percibirás que eres feliz sino que tendrás una visión diferente en tu forma de percibir tu entorno y tu vida.
2.- Conócete a ti mismo .
Aunque pueda resultar fácil tomar conciencia de nosotros mismo, no es una tarea nada fácil. Muchas veces evadimos tomar consciencia de nosotros mismos para evitar tomar cartas en el asunto y afrontar nuestra realidad. Salir de nuestra zona de confort no es una tarea nada fácil.
La mayoría de las personas piensan que se conocen pero la realidad es que alcanzar el propio conocimiento sobre uno mismo implica conocer las aptitudes, aprender a aceptar las situaciones que se nos presentan y saber las limitaciones. Sólo así comenzarás a ver cambios en tu persona.
3.- Desarrolla un lenguaje interno más positivo.
Desde pequeños aprendemos a comunicarnos con nosotros mismos a través de las palabras, a través de nuestro lenguaje construimos nuestra interpretación del mundo que nos rodea y también formamos nuestro autoconcepto. Con las palabras seremos capaces de comunicarnos, de hacernos entender pero también es una forma de limitarnos. ¿Qué ocurre cuando te dices “no puedo hacerlo”, “Jamás lo podré superar”, “ Es horrible”, “Me siento incapaz”. ¿Qué ocurre cuando te dices “Ánimo, tú puedes”, “Seguro que lo conseguiré”, “Me hace mucha ilusión”?.
La palabra tiene un poder muy importante en nuestra forma de pensar y por ende en nuestros sentimientos. Toma conciencia de tu forma de pensar y pregúntate si así le hablarías a tu mejor amigo. De esta forma te darás cuenta de la calidad de tu lenguaje interno.
4.- No te rindas
“Sí estás pasando por un infierno, sigue caminando”
Winston Churchill
La vida implica todo un camino de situaciones en donde los problemas y las dificultades están presentes en el día a día. Podemos pasarnos horas lamentándonos o echándole la culpa a terceros, o bien tomar las riendas de nuestra vida y decidir hacia dónde queremos dirigirnos.
Lo importante es no rendirse por las dificultades de la vida, porque cada obstáculo implica un aprendizaje que nos supondrá un peldaño más en nuestro crecimiento personal. Hay un refrán que dice así “no es más sabio el que menos se equivoca, sino quien más aprende de los errores y de las pruebas que la vida va poniendo en su camino”.