Infancia
Mitos acerca del TDAH
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Mitos acerca del TDAH

Contenido del artículo:

 
Existen numerosos mitos acerca del TDAH que pueden dificultar gravemente su detección e intervención. Como padres de un niño con TDAH tenemos la responsabilidad de informarnos y formarnos sobre en qué consiste este trastorno y las pautas a seguir con las que obtener mejores beneficios para nosotros y nuestros hijos. Desmantelemos los mitos acerca del TDAH más comunes:

  1. El TDAH es un trastorno estudiado científicamente y reconocido Por la Asociación Americana de Psicología y por la Organización Mundial de la Salud. No es, por tanto, un trastorno inventado para designar a niños difíciles. Si bien es cierto que su reconocimiento es relativamente reciente y su investigación está en desarrollo, no debemos caer en el error de pensar que no existe o es una invención. Debemos reconocer que nuestro hijo tiene un problema y que, por suerte, existen métodos para diagnosticar e intervenir con él, en aras de su mejora; mirar para otro lado no es más que omitir nuestro deber de atención para con nuestro hijo.
  2. El TDAH que padece su hijo NO es culpa suya. A menudo consideramos que el hecho de que mi hijo tenga TDAH se debe a errores en la forma de educarlo ni a circunstancias concretas (como por ejemplo un divorcio, pasar muchas horas trabajando…). Esto no es así de ninguna manera. El TDAH lo causa una disfunción neurobiológica y por tanto, el tipo de educación que usted proporciona a su hijo, así como las condiciones generales de la familia, no son más que recursos que puede favorecer o perjudicar el trastorno que padece. Es evidente, que cuanto más y mejores recursos educativos usted maneje y condiciones proporcione, mayores probabilidades tendrá de que su hijo mejore en relación al trastorno; sin embargo, su falta no es la causa directa del TDAH.
  3. El TDAH NO es sólo un trastorno de la infancia. Se suele pensar que el TDAH desaparece a medida que nuestro hijo crece. Esto es otra equivocación. El TDAH es un trastorno crónico, es decir, para toda la vida. Si es cierto que algunos síntomas se reducen con la edad, pero normalmente se agravan otros e, incluso, aparecen algunos propios de cada etapa evolutiva. Por ejemplo, a medida que el niño crece pueden ir desapareciendo la hiperactividad. No obstante, un adulto con TDAH tenderá a realizar un sin fin de actividades, querrá cambiar constantemente de trabajo… Como vemos, los síntomas no desaparecen del todo; más bien, se transforman.
  4. El TDAH puede darse sin el síntoma de hiperactividad. Esto implica que el hecho de que un niño no presente una movilidad excesiva, por ejemplo, no quiere decir que no pueda tener un trastorno por déficit de atención; sólo que en este caso será sin hiperactividad. No debemos olvidar que, en términos generales, el TDAH se caracteriza por la hiperactividad, la inatención y la impulsividad, pero que luego existen subtipos en función de combinación de los grupos de síntomas.
  5. El TDAH afecta tanto a niños como a niñas. Es común escuchar que el TDAH no afecta a las niñas pero sí a los niños. De ningún modo. Lo que ocurre es que si es cierto que los niños suelen presentar un predominio de la hiperactividad e impulsividad y las niñas, de la inatención. Así, las niñas con TDAH suelen pasar más desapercibidas y se les califica más fácilmente como poco inteligentes, incapaces, vagas… Es vital que conozcamos cómo funciona el TDAH en función del sexo de nuestro hijo para que no pasemos por alto detalles que perjudicaran gravemente su desarrollo.
  6. La medicación es necesaria, aunque no en todos los casos. En cierto modo es lógico que nos mostremos reacios a medicar prolongada o permanentemente a nuestro hijo con TDAH. Sin embargo, si nuestro hijo tiene problemas de corazón, por ejemplo, no dudamos en hacerlo. Debemos tener presente que las causas del TDAH se encuentran, a groso modo, en un mal funcionamiento del cerebro de nuestro hijo y que eso, nos guste o no, requiere medicación. Ahora bien, debemos tener en cuenta que la medicación sólo reduce los síntomas (principalmente los relacionados con la hiperactividad), no los elimina radicalmente, y por tanto, proporciona a nuestro hijo una situación favorable para trabajar con él los déficit derivados del trastorno.
  7. La medicación NO mantendrá a tu hijo con TDAH sedado. La hiperactividad de nuestro hijo nos puede llevar a pensar que la medicación adecuada para su trastorno tendrá un efecto sedante. Por el contrario, el TDAH se caracteriza por una baja actividad de determinadas áreas cerebrales y por tanto, la medicación se destina a activar dichas zonas para mejorar la atención y reducir la impulsividad.
  8. La psicoterapia sin medicación difícilmente dará los resultados esperado. Ante el miedo de medicar a nuestros hijos, a menudo optamos por la psicoterapia. Sin embargo, esto no suele obtener los resultados esperados. Lo ideal es combinar tratamiento farmacológico, supervisado por un médico, con la intervención psicológica que proporcione recursos necesarios para el desarrollo de habilidades que suplan los déficits derivados del trastorno.
  9. Los psicoestimulantes NO alteran el crecimiento. Si es cierto que el desarrollo del niño puede verse ralentizado pero a llegar a la edad adulta esto se normaliza. Como toda medicación, los psicoestimulantes tienen efectos secundarios y por ello, su administración siempre debe ser supervisada por un médico.
  10. El niño con TDAH NO tiene que ser apartado del aula ordinaria. No olvidemos que no se trata de que nuestro hijo no tenga capacidades – de hecho las tiene igual y, en algunos casos, por encima de la media -, sino que no sabe utilizarlas de manera natural. Podrá requerir algún tipo de apoyo como clases particulares o que el profesorado realice adaptaciones que favorezcan la consecución del os objetivos educativos; de ninguna forma, es adecuado apartarlo del aula ordinaria.

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Paula Cañeque - Psicóloga Clínica
Paula Cañeque-Psicóloga
Ayudar a las personas en su proceso de verse a sí mismo desde la calma y serenidad es mi máxima prioridad. Poder brindar de las herramientas de apoyo necesario para que las personas puedan navegar por sus emociones y pensamientos de una forma sana. Enfrentarse a sus inseguridad y miedos para brillas por sí mismos
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